lunes, 25 de junio de 2012

el achoramiento


el achoramiento

                                      EL ACHORAMIENTO 

Algo más de cuarenta años de amistad. Otros tantos de compartidos interés y diálogo por el fenómeno incontenible de la migración interna que iniciado hacia los años de 1940 ha venido derramando en un torrente demográfico, las originalmente mayorías campesinas en una cada vez más decreciente minoría.

Oswaldo y yo, hemos visto progresar este fenómeno y con otros antropólogos y sociólogos peruanos contribuido a caracterizar, a delinear los rasgos de sus variables configuraciones culturales y a describir y tratar de comprender el ethos de los tipos humanos que ha ido generando. Hemos pasado así desde la imagen del cholo en emergencia, a la del arribista y luego la del informal protagonista y el piraña. El desborde, convertido finalmente en una especie de tsunami generando una resaca de informales y piratas que lo reorienta de retorno hacia los campos, entrando en colisión en el mismo terreno campesino y confrontando os valores y normas de conducta urbanos y rurales.

En los más de 50 años transcurridos, el migrante – adaptándose a las formas sucesivas que ha ido imponiendo el proceso de modernización de la metrópoli, ha ido asumiendo por adaptación, nuevas figuras, nuevos valores, que las han ido asentando y nuevas conductas en las cuales se ha ido afirmando. Del indio humilde y sumiso como lo quería nuestra clase tradicional criolla, al que se mimetizaba imitando los estilos del hablar y del vestir limeños. El que apenas se atrevía a incursionar en el terreno reservado de la "politiquía" del que por definición y voto le imponía veda la superioridad criolla. Y luego, cuando la fuerza del número se inclinaba aceleradamente a su favor, el invasor – activo marginado en el espacio metropolitano el que tomaba por la fuerza mientras hacía llegar a sus avanzadillas a las zonas céntricas y residenciales a las que ya aspiraba hacerlas suyas. El migrante marginal comenzaba a contribuir a la redefinición no solamente urbana, sino económica también en la ciudad, mientras se multiplicaban lo coliseos en cada uno de los "conos" y los ritmos de la "chicha" cautivaban a la juventud de clase media se desperdigaban por todo lima los mercados "informales" e imponían su estilo de comercio autoliberado de impuestos y tributos, de derechos de marca y de autoría: informalidad y piratería imponían el estilo de la nueva Lima.

El cholo en emergencia se metamorfoseaba por fin, en achorado. Una manera de hibridación entre el cholo de la pequeña urbe en que nació y el chorro o choro de la gran metrópoli y entre el hampa de los barrios marginales que devoraban la ciudad y los nuevos modelos megalopolitanos importados por la televisión. Un solo paso que daba para alcanzar en la amalgama las altas esferas del delito legal y consentido. El dinero acumulado por los reyes de la informalidad ha permitido por fin el desborde hacia los espacios económicos, la unicameralidad, la nueva legislación electoral y las leyes de partidos han terminado por crear una nueva plutocracia; la nueva ética del neoliberalismo – individualista, antisolidaria y reconociendo ley ninguna que no sea la de el provecho personal – ha terminado por hacerse cargo hace más de dos decenios, de los destinos nacionales. Se dispone ahora a recapturar los espacios que alguna vez fueron rurales construyendo nuevos caciquismos y servidumbres al amparo del crédito bancario y de la industrialización capitalista. La modernización ha comenzado. 

  




 ¿qué es el achoramiento?
 
La palabra achorado deriva de la palabra “choro” (ladrón), persona que vulnera las normas y derechos de los otros, por tanto implica amoralidad.

El achoramiento se caracteriza por una acción personal con la cual se pretende escalar posiciones en la estructura social mediante una conducta prepotente, violenta y de desprecio por el otro, en donde la única meta es el éxito personal.

Por tanto el achorado es una persona que da una valoración positiva a los objetos social mente  concebidos como bienes dignos, con el fin de poseerlos, siendo sus bienes más preciados el poder, el dinero, y el prestigio; y la corrupción y el fraude sus estrategias para conseguirlos. Sin embargo estas características podrían confundirnos y hacernos pensar que el achorado es un antisocial, al cual no le importan las normas. No obstante, a diferencia del antisocial, los achorados son personas integradas al sistema, que si respetan normas (las que les convienen claro), convirtiéndolas en un saludo a la bandera, no las violan indiscriminadamente, sino mas bien las somete a una evaluación costo-beneficio, aviniéndose a su cumplimiento si coinciden o promueven sus intereses y quebrantándolas al ser un obstáculo.



1 comentario:

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